Enclavada en el paisaje histórico de Alsacia, la torre de las Brujas representa mucho más que un simple edificio. Es un símbolo de las luchas del pasado y de la cultura medieval, fascinante por su arquitectura y cargada de relatos. Erigida originalmente como puerta de la ciudad, esta estructura fascina por su rica historia, sus elementos defensivos, así como los numerosos misterios que la rodean. Ya sea un apasionado de la historia o un simple curioso, el descubrimiento de esta torre ofrece una verdadera inmersión en un mundo donde se entrelazan leyendas y realidad.
Una historia que se remonta al siglo XIII
Erigida durante las primeras décadas del siglo XIII, la torre de las Brujas, también conocida como Niedertor, era entonces una parte integral de las murallas medievales de la ciudad de Sélestat. Su base redonda, la más antigua, atestigua la robustez arquitectónica de la época. Los primeros niveles de la torre son aún visibles hoy en día, adornados con cadenas de esquina hechas de piedra arenisca y granito, que atraen inmediatamente la atención y cuentan la historia de las luchas pasadas. Estas piedras, que se elevan más alto fuera de la ciudad que dentro, han sido pensadas estratégicamente para resistir los ataques.
Una torre reforzada a lo largo de los siglos
En el siglo XIII, se llevó a cabo una ampliación, añadiendo tres niveles adicionales a la torre. Estos últimos fueron diseñados de manera astuta, con aperturas hacia el interior de la ciudad, para limitar su uso por posibles invasores. Esta elección arquitectónica no solo permitió integrar elementos defensivos, sino que también minimizó los costos de construcción, haciendo que la torre fuera tanto funcional como económica. Las marcas visibles en los arcos recuerdan la finura de la mampostería de la época, cada símbolo, un relato de un pasado tumultuoso.
Una llegada al nivel superior
Para acceder al primer piso, era necesario atravesar una puerta misteriosamente situada en el centro de la pared sur. Este camino probablemente utilizaba una escalera de madera que, todavía hoy, despierta la imaginación colectiva sobre la vida de los habitantes de antaño. Los ménsulas de madera que sostenían el rellano añaden un toque de encanto a este edificio, mientras sumerge al visitante en una atmósfera de misterio y aventura.
Un vínculo con las leyendas alsacianas
El nombre de esta torre evoca inevitablemente recuerdos de historias de brujería que, incluso hoy, continúan cautivando las mentes. ¿Quién no ha oído hablar de las famosas acusaciones contra mujeres sospechosas de brujería en la Edad Media? Sélestat, rica en sus leyendas, también forma parte de esas ciudades que, a través de sus cuentos y relatos, mantienen viva la llama del folclore alsaciano. La torre de las Brujas se convierte así no solo en un vestigio histórico, sino también en testigo de una época en la que el miedo a lo desconocido pesaba sobre los espíritus.
La torre de las Brujas, además de fascinar con sus vestigios arquitectónicos, conecta al visitante con una época en la que el misterio y el miedo a las brujas eran omnipresentes en la cultura alsaciana. Un lugar de memoria cargado de historias, anécdotas y saberes tradicionales por descubrir.
La torre forma parte integral de las atracciones alsacianas imprescindibles para cualquiera que tenga curiosidad por la historia. A menudo se organizan visitas guiadas para comprender mejor lo que llevó a su erupción, así como los relatos emocionantes que la rodean. Si está en busca de una experiencia inmersiva, también podría visitar ciudades cercanas como Ribeauvillé. Esta última es particularmente conocida por sus celebraciones en torno a Halloween, donde las leyendas de brujas cobran vida y se convierten en una bonita excusa para sumergirse en las tradiciones locales.
Para ir aún más lejos en sus descubrimientos, a veces es interesante conocer el folclore alsaciano visitando sitios dedicados. La región está repleta de tesoros relacionados con las tradiciones de la época medieval. Sitios, museos y anécdotas diversas vienen a enriquecer el cuadro de una región apasionante por explorar desde todos sus ángulos. Y quién sabe, tal vez tenga la suerte de cruzarse con historias que marcaron su infancia, recordándole esos cuentos de brujas que se cuentan alrededor de una chimenea en invierno.