En la pequeña aldea alsaciana de Wettolsheim, una reproducción a tamaño natural de la gruta de Lourdes intriga tanto como fascina. Este lugar cargado de historia y espiritualidad atrae a los visitantes en busca de descubrimiento y serenidad. Un vistazo a los orígenes y el simbolismo de este monumento único en su género.
Una historia nacida de las llamas
El 10 de agosto de 1910, un incendio devastador arrasa nueve casas en el corazón de Wettolsheim, incluida la que vio nacer a Monseñor François-Xavier Schoepfer. Este hombre de la iglesia, obispo de Tarbes y de Lourdes de 1899 a 1927, decide transformar esta tragedia en una obra de fe. En 1912, hace erigir una réplica exacta de la gruta de Massabielle, en hormigón moldeado, en el lugar de su casa natal.
Un proyecto colectivo al servicio de la fe
La construcción de esta gruta no ha sido un simple proyecto individual. Todo el pueblo se movilizó para dar vida a este santuario, verdadero testimonio de fervor religioso. Hoy en día, la gruta es el escenario de celebraciones religiosas como la Fête-Dieu, las misas del mes de mayo o incluso bendiciones solemnes.
Una piedra venida de Lourdes
La estatua de la Virgen que adorna la gruta reposa sobre una piedra extraída directamente de Lourdes, en el lugar donde la Inmaculada Concepción habría aparecido a Santa Bernadette Soubirous en 1858. Este detalle refuerza el vínculo espiritual entre esta réplica alsaciana y su modelo pirenaico, confiriendo a este lugar un aura muy particular.
Un patrimonio marcado por la historia
La gruta alberga también el monumento a los muertos de Wettolsheim, un homenaje sobrio a las víctimas de las guerras de 1914-1918 y 1940-1945. Estos conflictos han dejado una huella indeleble en la región, anexionada en varias ocasiones por Alemania. Los nombres grabados recuerdan las pruebas sufridas por los habitantes de esta tierra cargada de historia.
Un lugar que no te puedes perder
Para los amantes de la historia, los fervientes creyentes o los curiosos de paso, la gruta de Lourdes de Wettolsheim constituye una parada memorable. Ubicada en el corazón de los viñedos alsacianos, combina patrimonio religioso, memoria colectiva y tranquilidad bucólica. Una visita que invita a la contemplación y al descubrimiento de un aspecto desconocido de Alsacia.